inicio | contacto | buscador | imprimir   
 
· Presentación
· Trayectoria
· Artículos y notas
· Newsletter (español)
· Newsletter (english)
· Radar Internacional
· Tesis de posgrado
· Programas de clase
· Sitios recomendados

Publicaciones
· Las crisis en el multilateralismo y en los acuerdos regionales
· Argentina y Brasil en
el sistema de relaciones internacionales
· Momentos y Perspectivas


  Félix Peña

ARTÍCULOS Y NOTAS DE PRENSA
2021 | 2020 | 2019 | 2018 | 2017 | 2016 | 2015 | 2014 | 2013
2012 | 2011 | 2010 | 2009 | 2008 | 2007 | 2006 | 2005 | 2004
2003 | 2002 | 2001 | 2000 | 1999 | 1998 | 1997 | 1996 | 1995
1994 | 1993 | 1992 | 1991 | 1990 a 1968
 Gazeta Mercantil Latinoamericana | 13 de septiembre de 1997

Triángulo natural: Mercosur, Nafta y UE


El Mercosur conforma con la Unión Europea y Estados Unidos, incluyendo el NAFTA, un triángulo natural de intereses económicos y políticos. Es un triángulo con raíces históricas y culturales. Tiene dimensión económica. Mil millones de consumidores. En su ámbito se concentra más del 70% de los flujos de comercio y de inversión de los países del Mercosur, incluyendo a Chile y Bolivia. Se expresa crecientemente en estrategias empresarias, como lo demuestran casos recientes; entre otros en los sectores de las telecomunicaciones, del transporte aéreo y automotriz.

A través de la historia esta realidad triangular natural ha estado condicionada muchas veces por intereses contradictorios entre países europeos - sobre todo Gran Bretaña y Francia - y Estados Unidos. Incluso hoy, voces responsables vinculan la propuesta americana del ALCA y las iniciativas europeas especialmente con el Mercosur, como expresión de una agresiva competencia por los mercados emergentes del Sur de las Américas. En Estados Unidos se utiliza el argumento de la presencia europea para convencer al Congreso que apruebe el "fast track". Y una Europa fuertemente atraída por otras prioridades, vuelve a prestar atención al Mercosur cada vez que el ALCA parece más próximo a su concreción.

Es de interés del Mercosur y de sus socios el que esta relación triangular esté signada por la cooperación y no por la rivalidad. La diversificación de sus corrientes de comercio, de inversiones y de tecnología, más aún su realidad étnica y cultural, así lo requiere. Sería un error serio tanto de los Estados Unidos como de la Unión Europea, ignorar este hecho en sus respectivas estrategias de asociación con el Mercosur. No lo puede ignorar el Mercosur a la hora de encarar sus múltiples frentes de negociaciones comerciales externas.

La agenda externa del Mercosur está adquiriendo creciente complejidad. Lo ilustra el anuncio reciente de una posible zona de libre comercio con Canadá. Su negociación se suma a las que aún deben concluirse para conformar una red sudamericana de libre comercio a las que se iniciarán en Santiago de Chile, en abril de 1998, para concretar el ALCA y a las que son necesarias si es que le quiere dar contenido al acuerdo de Madrid con la Unión Europea.

Se requiere entonces colocar cada negociación externa del Mercosur en una perspectiva más amplia y sincerar los objetivos que se persiguen. El punto de partida es la definición estratégica de economías abiertas al mundo, como condición necesaria para la consolidación de sociedades abiertas, competitivas, solidarias y democráticas. Es la definición apropiada de países con intereses económicos diversificados en todo el mundo y no concentrados en una sola región. Ello explica que el interés primordial del Mercosur sea el fortalecimiento de las disciplinas multilaterales de la Organización Mundial del Comercio. Una nueva negociación multilateral en la OMC- la rueda del milenio -parece ser el marco más conveniente para lograr mejores accesos a los mercados globales y el disciplinamiento comercial creciente de los grandes países.

Este debería ser el mensaje claro que reciba el Presidente Clinton en su próxima visita a la región. Es el mensaje a transmitir a la Unión Europea. Nada de lo que se negocie con Estados Unidos para el desarrollo del ALCA o con la Unión Europea, debería debilitar el logro de tal objetivo multilateral. Por el contrario, el Mercosur debería proponer tanto al NAFTA como a la Unión Europea trabajar juntos para concretar una nueva rueda negociadora en la OMC, comenzando por el fortalecimiento de su capacidad de monitorear los acuerdos regionales, y por la definición de nuevas reglas de juego en materia de competencia económica y de comercio agrícola. Colocadas en tal perspectiva triangular, tanto las negociaciones del ALCA como las transatlánticas con la Unión Europea, deberían ser vistas como bloques de construcción de un sistema comercial multilateral más eficaz.

En el caso específico de las negociaciones del ALCA se requiere, además, sincerar los objetivos. Lo que le ha ocurrido a Chile con sus exportaciones de salmón a Estados Unidos, da una pauta de cuál debe ser el objetivo prioritario que procure en ellas el Mercosur: conseguir como lo han hecho Canadá primero y luego México, lo que con razón se ha denominado un "seguro contra el proteccionismo" en el acceso al mercado americano. Para ello es fundamental incluir como objetivo central y explícito de la negociación, el establecimiento de un mecanismo similar al del capítulo 19 del NAFTA, que prevé una instancia de apelación ante la aplicación unilateral de derechos antidumping y compensatorios. No sería suficiente un mecanismo como el del capítulo 20. En función de tal objetivo deberían dimensionarse las contrapartidas a brindar y que Estados Unidos pudiera considerar suficientemente atractivas. Asimismo habría que sincerar las diferenciaciones entre los compromisos del NAFTA y del ALCA en servicios y compras gubernamentales.

También es necesario sincerar al Mercosur, sobre su profundización a la luz de las próximas negociaciones externas y sobre el "efecto dilución" de su inserción en el ALCA. ¿Se negociará en común sólo en aquellos campos en los cuales existen normas comunes, por ejemplo en materia de bienes? No parecería lógico negociar en común servicios y compras gubernamentales, si no se aprueban antes compromisos dentro del Mercosur. Pero si no se negociaran normas comunes en estos campos ¿no se estaría introduciendo un elemento grave de debilitamiento del propio Mercosur? y ¿será suficiente sostener que la naturaleza política del Mercosur es diferente, para evitar su dilución en el ALCA una vez que por sus efectos sus socios vayan perdiendo la preferencia que actualmente gozan en el acceso a sus respectivos mercados?

Ello implica sincerar también entre los socios del Mercosur el debate sobre lo que diferencia a un socio pleno de un asociado - por ej. Canadá -y de un tercer país no asociado. Sólo así adquiriría todo su sentido el "efecto disciplina colectiva" que implica un acuerdo de unión aduanera como el que formalmente han adoptado, por propia voluntad, los socios plenos del Mercosur. Sería grave que finalmente resultara que es lo mismo ser socio pleno que asociado, o peor aún, ser un tercer país.

Las relaciones entre el Mercosur y la Unión Europea también deberían ser sinceradas. Para ello parece necesario trabajar mejor dos dimensiones del relacionamiento recíproco, a fin de evitar que el proceso iniciado en 1995 sea visto sólo como un ejercicio retórico de relaciones públicas.

La primera dimensión es la estratégica. Implica profundizar visiones que pueden ser comunes entre las dos regiones. Varias sobresalen: en primer lugar, la idea de un sistema político mundial equilibrado, lejos de tentaciones antagónicas al unipolarismo o a la anarquía internacional. En segundo lugar, la idea de trabajar juntos para consolidar en ambas regiones un entorno favorable a la democracia y a la seguridad, a la inversión productiva, a la cohesión social y a la competitividad empresaria. En tercer lugar, la idea de fortalecer la OMC y sus disciplinas, como marco para la necesaria solución de problemas de la actual agenda bilateral, especialmente los de la agricultura y la agroindustria. Las tres ideas necesariamente conducen a incluir explícita o implícitamente a Estados Unidos en el diálogo interregional Euro-Mercosur. En las tres es posible imaginar puntos de convergencia, aun conociendo las diferencias que existen con respecto a la cuestión agrícola. La segunda dimensión es la metodológica. Se ha planteado la idea de una Cumbre Euro-Mercosur. Puede ser útil si es que de ella pueda surgir una orientación estratégica y un plan de trabajo con su respectivo calendario. Las Cumbres entre la Unión-Europea y los países asiáticos brindan un modelo apropiado a seguir. El proceso de preparación de la Cumbre debería ser incremental y participativo. Debe ser incremental, pues sólo a través de pasos limitados pero concretos, orientados hacia una dirección estratégica, será posible construir una alianza interregional. Debe ser participativo, pues sólo involucrando a empresarios, parlamentarios y otros protagonistas sociales, es posible lograr que la iniciativa se nutra de la realidad.

En el desarrollo de un ámbito de cooperación en el triángulo natural conformado por el Mercosur, el NAFTA y la Unión Europea, es esencial la iniciativa y la participación activa del sector empresario. Al igual que ha ocurrido en los ejes interregionales Europa-Estados Unidos y Europa-Asia, un foro triangular de empresarios e inversores del Mercosur, del Nafta y de la Unión Europea, podría ser el marco apropiado para encarar un ejercicio que permita identificar y profundizar intereses comunes en el campo del comercio y de las inversiones. Sería un ejercicio de "diplomacia empresaria" del cual pueden surgir propuestas superadoras de visiones antagónicas entre Estados Unidos y la Unión Europea respecto al Mercosur. Propuestas que, por el contrario, puedan transformar este triángulo natural en la piedra angular del fortalecimiento de la OMC y de sus disciplinas para el comercio, las inversiones y la competencia económica mundial.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


Suscríbase al newsletter para recibir mensualmente un email con
los últimos artículos publicados en este sitio.


 

Regresar a la página anterior | Top de la página | Imprimir artículo

 
Diseño y producción: Rodrigo Silvosa