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  Félix Peña

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 Diario El Cronista | 6 de diciembre de 2004

El alcance de la institucionalización del espacio sudamericano


La idea de un espacio sudamericano diferenciado tiene raíces profundas. Diferenciado por razones geográficas. Pero también políticas y económicas. No significa ni separado, ni contrapuesto, a otros espacios en los que se insertan, en sus relaciones externas, los países sudamericanos. Tampoco implica que no existan diferenciaciones en el propio espacio. Por ejemplo, entre su vertiente andina y atlántica. Sin ir demasiado atrás en la historia, en las primeras décadas del siglo XX se plantearon iniciativas de unión sudamericana. Alejandro Bunge, en la Argentina, fue un pionero en tal sentido. En aquellos años, la visión estaba concentrada en el sur de la región. Las propuestas originales que condujeron a la Alalc, se referían a los países del sur americano. Fue la visión política que aportó Arturo Frondizi. El interés de México en participar explica que, finalmente, tuviera un alcance latinoamericano.

Hasta años recientes el espacio sudamericano estaba marcado por la lógica de la fragmentación. Robert Burr rastrea en la historia del siglo XIX las razones de las fracturas que conducen incluso a conflictos armados. Su libro By reason or force (University of California Press, 1965), es un análisis profundo del balance de poder en Sudamérica.

En la década del 80 la mayoría de los conflictos territoriales quedan superados. El retorno de la democracia instala la lógica de la integración. El entendimiento creciente en el viejo ABC -triángulo del Sur de las Américas que a su vez se integra en un triángulo histórico con los EE.UU. y con Europa- genera un embrionario núcleo duro con influencia económica y política en todo el espacio sudamericano.

Un hecho contribuye a la dimensión sudamericana de lo que fueron antes iniciativas referidas al Cono Sur. Es la importancia creciente que Brasil comienza a otorgar a la región, en función de su estrategia de desarrollo. Es por eso que el Mercosur es percibido desde su origen con un alcance sudamericano. Incluso al negociarse el Tratado de Asunción, fue el negociador brasilero, el actual Canciller Amorim, quien propuso el nombre de Mercado Común del Sur. Ello era natural. Para Brasil, su contexto contiguo -tan importante en la política internacional de cualquier país- es casi toda América del Sur.

De allí que el camino que conduce a la Cumbre de Ayacucho, lo iniciara con la de Brasilia, el Presidente Fernando Henrique Cardoso. Fue desde su origen, un camino con fuerte énfasis en el desarrollo de la conectividad física y energética del espacio sudamericano. En ambos planos y en particular en la visión del Brasil infraestructura física y energía son cuestiones que requieren un enfoque sudamericano. El proyecto IRSA así lo refleja. Y también lo reflejan las múltiples conexiones actuales y potenciales en el desarrollo energético de la región. Ambas cuestiones requieren, por lo demás, un enfoque también regional del financiamiento de proyectos y de los marcos regulatorios que faciliten inversiones.

La idea de institucionalizar el espacio sudamericano responde, además, a una tendencia que se observa en otras grandes regiones. Ejemplos relevantes son los de los espacios conformados por América del Norte y la Cuenca del Caribe, por Europa y la Cuenca del Mediterráneo y, en particular, por el Sudeste Asiático. Particularmente en esta última región se ha acreditado la noción de regionalismo multipolar, resultante de una red de acuerdos gubernamentales -un ejemplo es el acuerdo de libre comercio entre China y la Asean recién firmado en Laos-y de un denso tejido de conexiones empresarias-. Piero Pennetta en su libro Il Regionalismo Multipolare Asiatico brinda un análisis interesante del modelo multi-espacial asiático.

El desafío por delante será conciliar los múltiples espacios de inserción regional y global de cada país sudamericano y dotarlos de una dosis suficiente de credibilidad. Es éste último el desafío del Mercosur, condición necesaria para la credibilidad del espacio sudamericano institucionalizado.

Enfrentar tales desafíos requerirá de tres condiciones.

La primera, es que cada país -incluyendo la Argentina- tenga una estrategia nacional de aprovechamiento de los múltiples espacios de su inserción internacional.

La segunda, es que los múltiples espacios regionales tengan instituciones y reglas de juego que penetren en la realidad.

Y la tercera, es que los compromisos que se asuman en los distintos espacios regionales - especialmente los de carácter preferencial- permitan fortalecer y no debilitar el sistema multilateral global de comercio. El reciente informe del Banco Mundial sobre la economía global, contiene un análisis valioso en torno a la conciliación de las múltiples modalidades de regionalismo preferencial con el multilateralismo global.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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