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  Félix Peña

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  Diario El Cronista | 16 de abril de 2008

La relevancia de una cumbre asimétrica


 

Lo constituiría un indicador de la relevancia que los respectivos gobiernos europeos continúan atribuyendo a esta relación transatlántica.

La relación euro-latinoamericana es asimétrica pero relevante. Ambas características se evidenciarán cuando los líderes gubernamentales se reúnan en la Cumbre de Lima en mayo próximo.

Al menos en tres planos se manifiestan las asimetrías de esta relación transatlántica.

La del grado de desarrollo económico es la más notoria y se destaca en las negociaciones comerciales bi-regionales. Del lado latinoamericano genera expectativas no siempre satisfechas, en materia de cooperación económica y con respecto a que tal asimetría sea efectivamente tomada en cuenta a la hora de evaluar la reciprocidad en las concesiones comerciales. Otra asimetría significativa es la de la relevancia relativa de cada región para la otra. Se sabe que en términos de comercio, inversiones y progreso técnico, es más lo que Europa vale para los latinoamericanos, que lo que ocurre a la inversa. Pero esto sólo refleja una fotografía de lo actual. Proyectado hacia el futuro, el valor de América latina crece tan pronto se toman en cuenta su importancia relativa en materia de alimentos, energía y también de mercados potenciales para empresas europeas que compiten en el mundo. Cobra mayor importancia aún, si se coloca la relación bi-regional en la perspectiva de otras cuestiones relevantes, tales como la del cambio climático y, sobre todo, la de la gobernabilidad global.

Pero la asimetría que más se pondrá en evidencia en la Cumbre de Lima, es la del grado de organización de ambos espacios geográficos regionales. Uno, se expresa hoy a través de la Unión Europea -con sus instituciones, reglas, símbolos y redes sociales- que cubre casi en su totalidad el respectivo espacio regional y que incide en un ámbito significativo de políticas públicas, incluso en el campo de las relaciones exteriores.

El otro, sigue desorganizado y disperso. Incluso está dominado por disonancias conceptuales crecientes. Difícil será que tales características no se evidencien en Lima. Además, allí estarán presentes países que han resuelto la cuestión de una asociación bi-regional con la Unión Europea, como son los casos de Chile, México y los del Caribe inglés, con otros que no lo han hecho aún. Los países centroamericanos podrían lograrlo pronto. Los de la Comunidad Andina de Naciones, si bien han comenzado sus negociaciones bi-regionales, tienen su cohesión débil por ser el epicentro de muchas de las fracturas que se observan en la región. Y los del Mercosur, que aún no ha resuelto la cuestión del ingreso de Venezuela -sobre la que existen renovadas dudas tras la reciente nacionalización de una importante inversión argentina-brasileña-, siguen con su negociación bi-regional estancada, aparentemente por la demora en resolver la cuestión agrícola en las negociaciones de la Rueda Doha. Tampoco terminan de despegar proyectos regionales ambiciosos, como el de la denominada Unasur o la del Banco del Sur. La imprevista propuesta del Presidente del Ecuador, de crear una Organización de Estados Latinoamericanos -simbólicamente planteada junto al Presidente de México- y el fracaso de la última reunión de Cancilleres de la ALADI -donde no fue posible aprobar ninguno de los proyectos de decisión planteados a su consideración-, tampoco contribuyen a instalar la idea de una región organizada en torno a instituciones comunes, que permitan articular un diálogo simétrico y eficaz con la Unión Europea.

Sin embargo, el hecho que la próxima Cumbre sea representativa por el número de países que efectivamente participen al más alto nivel, constituiría un indicador de la relevancia que los respectivos gobiernos continúan atribuyendo a esta relación transatlántica. Eso de por sí sería positivo. En la medida, además, que la Declaración de Lima incluya cuestiones que reflejen tal relevancia -particularmente por serlo también en la actual agenda internacional global-, podría finalmente considerarse que la reunión habría producido resultados positivos.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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