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  Félix Peña

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  Revista Nuestra América | 25 de septiembre de 2008

Los evasivos puntos de equilibrio


 

En el Mercosur, el número de países es menor, pero los intereses divergentes son múltiples. Los principales son los que reflejan asimetrías económicas y de grados de desarrollo.

En una negociación comercial internacional no es fácil lograr puntos de equilibrio entre los intereses nacionales en juego. Parecen evadirse continuamente del alcance de los negociadores. Es lo que ocurrió con el ALCA. El resultado fue el colapso de la iniciativa. Ahora se observa en la Ronda de Doha. Aunque, en este caso, es prematuro apreciar si se está frente a su colapso o a un episodio típico de este tipo de negociaciones multilaterales.

Pero además, una vez logrados los puntos de equilibrio, ellos se suelen erosionar con el transcurso del tiempo. A veces por goteo. Es lo que enseña la experiencia del Mercosur, donde los socios se cuestionan sobre si lo logrado satisface sus respectivos intereses nacionales considerando las expectativas generadas en los momentos fundacionales.

Varios factores explican las dificultades que se observan. En la Ronda de Doha tienen que ver con el número de países participantes y, sobre todo, con las asimetrías de poder, de gravitación en el intercambio global de bienes y servicios, y de grados de desarrollo relativo. Al menos en tres planos no ha sido posible hasta ahora articular los intereses nacionales en juego.

Por un lado, en la relación entre lo que se concede y se recibe en productos agrícolas (subsidios y acceso a mercados) e industriales (acceso a mercados). Por el otro, entre las concesiones aparentes y las efectivas, es decir, las que resultan una vez descontada el "agua" y computadas las excepciones, sensibilidades, diferenciaciones y todo tipo de válvulas de escape abiertas o encubiertas que existan. Y, finalmente, en la percepción del esfuerzo que realizarían los que más pueden -los países más industrializados- y los relativamente más débiles -los países en desarrollo y, dentro de ellos, distintos tipos de naciones "emergentes"-. Este último plano adquiere especial relevancia por la relación estrecha establecida en Doha entre comercio y desarrollo.

En el Mercosur el número de países es menor, pero los intereses divergentes también son múltiples. Los principales son los que reflejan asimetrías de dimensión económica y de grados de desarrollo entre las naciones. Se relacionan con las oportunidades que pueden derivarse de un mercado ampliado, que son una razón de ser principal de un proceso de integración, incluso por lo que significan para potenciar la capacidad de cada país de atraer inversiones productivas a su economía y de competir a escala global. De allí que los desequilibrios que más han aflorado en los últimos tiempos son los vinculados con la percepción que Paraguay y Uruguay tienen sobre los beneficios que esperaban lograr y los que efectivamente han recibido.

Un común denominador suele observarse en el ejercicio del difícil arte de equilibrar intereses nacionales diversos, sea en la negociación de un acuerdo comercial internacional, sea en la preservación posterior de su eficacia y legitimidad social. Tiene que ver con la dinámica de cambio que se opera en el contexto internacional.

En un contexto de transformaciones profundas del mapa de la competencia económica global y regional, el paso del tiempo puede tornar obsoletos los planteamientos que originaron una negociación comercial multilateral o un acuerdo de integración.

Se observó en el ALCA. Pero también actualmente se está poniendo en evidencia en la Ronda de Doha y en el Mercosur.

En muy pocos años, los poderes relativos y la gama de opciones comerciales abiertas a muchos países han cambiado en forma radical. Y las agendas y los métodos de las respectivas negociaciones no siempre se han adaptado a tales cambios. Quizás de allí provenga la sensación de que se está negociando en función del pasado y no del futuro una realidad internacional que no ha evidenciado aún la plenitud de sus transformaciones.

La adaptación de las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el Mercosur a las nuevas circunstancias parece ser entonces una prioridad si se quiere evitar que los necesarios puntos de equilibrio se sigan evadiendo o erosionando.


Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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