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  Félix Peña

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  Diario La Nación | 8 de septiembre 2009

"Rengo y a la Miseria" pero aún con futuro


 

Texto completo del artículo publicado en el Suplemento de Comercio Exterior de La Nación del martes 8 de septiembre 2009.


"El Mercosur anda rengo y a la miseria". Lo dijo José Mujica, candidato presidencial del Frente Amplio en el Uruguay. Ilustra una sensación dominante. Resulta difícil explicar hoy, incluso en terceros países, sobre cuál es la relevancia actual del Mercosur. Se observa mucho escepticismo. Puede ser uno de los factores que explique el diluido interés europeo en las negociaciones comerciales iniciadas hace años.

Además, profundos cambios se han operado en el mundo y en la región desde que el Mercosur fuera concebido. Los socios tienen hoy múltiples opciones en el escenario global. Y el entorno regional se ha vuelto más denso, diversificado y, por momentos, fragmentado.

Cabe recordar que desde su origen el Mercosur tiene un profundo sentido político y estratégico. Evoca la idea de una región de paz, democracia y estabilidad política. Un barrio de socios y no de potenciales adversarios. Donde no sea necesario armarse para defenderse del vecino, ahorrando recursos para fines de mayor interés social.

La idea central ha sido, además, plasmar la alianza estratégica en un proyecto común. Centrado en la relación bilateral entre Argentina y Brasil, tal proyecto fue abierto a Paraguay y Uruguay. Chile fue convidado. Prefirió no participar, al menos como miembro pleno. La incorporación de Venezuela no se ha completado aún.

Se lo concibió como un proyecto común con múltiples desdoblamientos. Pero uno es central. Consiste en enhebrar una amplia preferencia económica -no sólo comercial- entre los socios. Su instrumento es el mercado común, entendido como una construcción de largo plazo para lo cual se precisaron primeros instrumentos a lograrse en un período de transición. Se establecieron bases de un sistema de reglas comunes. Y se definió como principio central el de la reciprocidad de derechos y obligaciones. O sea que un socio no puede gozar de derechos en los otros, si es que no les otorga derechos similares. Esto es válido tanto para el acceso a los respectivos mercados, como para las condiciones bajo las cuáles sus empresas pueden operar en ellos, incluyendo las compras públicas.

Negociar juntos frente a terceros países, fue considerada una consecuencia natural del proyecto común. Resulta de la preferencia económica y de uno de sus instrumentos que es el arancel externo común. Dos frentes negociadores simultáneos fueron privilegiados: el de la entonces Comunidad Europea y el de los Estados Unidos. Incluso la idea de Washington de impulsar un área de libre comercio de las Américas, tuvo fuerte incidencia en la decisión de acelerar el proyecto común y de abrir simultáneamente el frente negociador con los europeos.

Casi veinte años después, el Mercosur preserva en el plano político y estratégico su razón de ser original. Es algo que casi nadie cuestiona hoy. Los resultados han sido menos notorios en la traducción de la idea estratégica en un proyecto común. Especialmente en la concreción de la preferencia económica entre los socios. Hay por cierto preferencias comerciales que permiten discriminar frente a terceros en sectores relevantes de la economía. Pero también hay precariedades en las reglas que se suponía constituían seguros contra el proteccionismo y, como tales, factores que inducían a concretar inversiones productivas en función del mercado ampliado. En los hechos favorecen al Brasil.

De ahí que estando aún vigente la idea estratégica fundacional, es recomendable profundizar un amplio debate sobre cómo seguir construyendo el proyecto común y sobre sus modalidades y alcances. En base a la experiencia acumulada las siguientes son preguntas que merecerían respuestas: ¿Cómo conciliar en la construcción del proyecto común un grado cierto de disciplinas colectivas con flexibilidades previamente pactadas? ¿Cómo introducir múltiples velocidades y geometrías variables que contemplen diferentes realidades e intereses? ¿Cómo garantizar el cumplimiento de lo pactado a fin de generar condiciones propicias para las inversiones productivas y el desarrollo de cadenas regionales de valor?

En aras de recuperar su futuro, el Mercosur "que anda rengo y a la miseria" requiere un debate más metodológico que existencial. No es recomendable caer en la tentación de comenzar desde cero. Lo inteligente será capitalizar experiencias y seguir construyéndolo a partir de activos acumulados.



Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar


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