Las marchas y contramarchas de la evolución política o
económica de la Argentina, dijo el Dr. Peña, deben ser interpretadas
teniendo en consideración lo que está pasando y puede llegar
a pasar en el escenario económico internacional.
Tanto en lo interno cuanto en lo externo, uno puede hacer un análisis
de lo que está ocurriendo sólo desde una perspectiva coyuntural,
o bien, tratar de realizar un análisis más sistemático
desde una perspectiva de más largo plazo, esto es ver el funcionamiento
de un sistema y cómo este sistema está incidiendo sobre
la evolución de acontecimientos internos de los distintos protagonistas
en la vida del sistema.
Para interpretar este fenómeno de la transición argentina
hacia la democracia y el fenómeno de la transición del sistema
económico internacional hacia una nueva etapa, es preciso adoptar
una perspectiva de más largo plazo, más sistémica.
El tema de la deuda, por ejemplo, admite ser considerado desde la perspectiva
del deudor, del gobierno de los países deudores, del sector privado,
de los banqueros, y las conclusiones van a ser distintas según
la perspectiva de que se parta.
Parece ser que este tema ha sido y es analizado desde el punto de vista
del flujo de caja, de la perspectiva de las relaciones internacionales
en las cuales lo económico interactúa con lo político.
Lo predominante es entender cuál es el mundo que nos está
rodeando y qué es lo que está ocurriendo en él.
El miedo a la posibilidad de un colapso, está presente hoy aun
en los países industrializados. Desde el punto de vista del sistema
económico internacional, desde hace 15 años hemos entrado
en una marcada transición en la que se producen continuos cambios
en las relaciones de fuerza entre los competidores.
A diferencia del sistema político interno, el sistema internacional
tiene una fuerte propensión a la anarquía, dado que es un
sistema poco articulado. Parece ser que iniciado un período de
transición, los protagonistas no tienen idea de qué es lo
que va a emerger de él.
Estados Unidos tenía suficientes recursos de poder como para mantener
un orden en lo económico y en lo político. Entre 1970 y
principios de 1980, este sistema sufre dos fuertes shocks que lo conmueven.
En los años '80 surgen otros cuatro shocks que arrojan definitivamente
el sistema a la etapa de transición.
El primer shock fue el petrolero y ahí tiene un claro impacto
el fenómeno de la descolonización. Este shock significa
que un número chico, pero significativo de protagonistas, de repente,
encuentran una masa de recursos de poder que les permite incidir en la
definición de las reglas de juego de la competencia in ternacional.
El shock petrolero tiene una reacción de fuerte indisciplina,
arbitrariedad, percibida ya desde el punto de vista de los países
industrializados. En la economía internacional y en el funcionamiento
del sistema político internacional se acentúan las tendencias
contestatarias. Esto viene acompañado del problema de Vietnam.
Se produce una reacción que tiene como objetivo restablecer la
disciplina en el sistema surgiendo la idea de cambiar el sistema internacional
por la Asamblea de las Naciones Unidas. Surge de esta manera en la puja
por el poder mundial, una fuerte tendencia a aplicar la lógica
de la democratización.
Esto se ve claramente en los años '70, el shock petrolero y la
reacción que, en el fondo, es el shock Reagan/Thatcher; es el componente
de restablecer disciplinas en el orden internacional.
A partir de 1980, hay otros cuatro shocks que están conmocionando
al sistema internacional, cuestionando su capacidad como tal, y poniendo
en evidencia la profundidad de los cambios que se avecinan.
Todos estos shocks están interrelacionados, pero el más
llamativo es el tecnológico: la irrupción avanzados los
años '70, de nuevas tecnologías de producción y organizativas,
a nivel micro y macro. Estas nuevas tecnologías llevan a los nuevos
'materiales que tienen gran influencia en el tema de la desvalorización
de las materias primas, el deterioro de los términos de intercambio,
etcétera.
El segundo shock, muy vinculado al primero,es el financiero. Surge el
tema digno de estudiar de la autonomía del sistema financiero internacional
producido por este shock. El problema que está en juego no es tanto
una transferencia masiva de recursos de los países acreedores a
los deudores, sino una transferencia en el mundo industrializado del circuito
financiero a la economía real.
El tercer shock es el de Gorbachov: la Unión Soviética
decide aggiornarse abriendo una etapa muy marcada de cambio interno. Es
evidente que necesita ganar tiempo, producir cambios internos muy graves,
y existen serios interrogantes so bre si realmente va a poder producirlos,
pero, no hay duda de que los operadores económicos y políticos
norteamericanos y europeos, están muy pendientes del factor Gorbachov,
por lo que puede significar en los cambios de comportamiento de la Unión
Soviética como competidor económico internacional.
El cuarto shock es el que más marcadamente conmociona al sistema,
es el shock oriental, que no es Japón sino Japón, China
y el Sudeste Asiático.
Los japoneses tomaron la gelanter a en los años '70, y estuvieron
en la cresta de la ola del shock tecnológico. Hoy en día
Japón empieza a ser el riñón financiero del sistema.
Los recursos empiezan a estar decididamente en Japón, como consecuencia
de su superávit en la balanza de pagos.
Japón tiene por otro lado, al Sudeste Asiático que le empieza
a competir haciendo las mismas cosas pero más baratas. Luego vienen
los chinos que están ante cambios impresionantes a punto tal que
se dice que nadie que no sea chino o japonés, puede entender lo
que está ocurriendo en China o Japón.
Los chinos tienen ya planes muy avanzados para producir drásticos
cambios en la economía china en 1990 y a partir del año
2000. Estos planes, por un lado, apuntan a tecnologías organizativas
en lo interno y en lo externo, generando una tecnología del sector
empresarial del Estado, la formación de cuadros especiales para
el manejo empresario y la emergencia de una clase empresaria.
Por otro lado, los chinos toman la decisión de abandonar la idea
de ser autosuficientes en granos. Esto nos pone de manifiesto dos cosas.
Por un lado, la profundidad de los cambios en China, y por el otro, la
importancia que tienen para la Argentina.
El shock oriental cruza por el nuevo rol del Japón. Lo quieran
o no, los japoneses tienen que jugar el rol de gran potencia económica.
Estos shocks están produciendo dos impactos: el primero, está
dado por la característica de que la transición sea negociada.
Más allá de la negociación puede estar la destrucción
física, consecuencia de una catástrofe nuclear, que puede
hacer que ninguno de los protagonistas que están compitiendo quiera
que la irracionalidad empiece a dominar al sistema, en el aspecto Kadafi,
Khomeini, etcétera.
Del proceso negociador van a surgir las características del nuevo
orden internacional que no tiene que ver con ese aplicado por la resolución
de la asam blea.
Desde el punto de vista argentino y desde los demás protagonistas
de esta transición negociada que nos puede llevar muchos años,
se nos abren dos frentes de negociación.
El flujo de caja lo manejan en función de los grandes frentes
negociadores. Si no entendemos esto, no entendemos el complejo problema
del manejo de la deuda desde una perspectiva de caja.
Los dos grandes frentes de negociación son, por un lado, lo que
podríamos denominar, el frente en que se negocia la distribución
internacional de los costos del ajuste de cada economía nacional
a las nuevas realidades producidas por la descolonización, el progreso
tecnológico, el shock financiero, el shock oriental, etcétera.
Hay un segundo gran frente que es donde se está negociando la
distribución de las oportunidades de comerciar y producir en los
años '90. Es la rueda Uruguay que está negociando las reglas
dé juego del sistema comercial internacional. Estos son los dos
grandes frentes negociadores a través de los que se está
enhebrando esta transición negociada en el sistema de relaciones
económicas internacionales.
El segundo impacto es que todos los protagonistas han captado la necesidad
del aggiornamiento. Todo el mundo ahora está embretado en la interdependencia.
Nadie puede desconocerla. Nadie puede marginarse de participar activamente
en el sistema. Lo único que hay que hacer es capacitarse para administrar
desde el punto de vista de cada competidor esta interdependencia.
Una cosa que en este mundo interdependiente no se puede hacer es que
alguien trate de exportar ineficiencia. Esto tiene que ver con que el
sistema internacional se ha complicado, existen muchos protagonistas y
todos quieren ser activos; los recursos de poder e¡¡tán
relativamente distribuidos y el sistema no tolera ineficiencias. Todo
esto acelera el shock Gorbachov y el shock oriental.
Acá es donde está el problema número uno que está
encarando la Argentina y el resto de los países latinoamericanos.
Se trata de la acentuada contradicción entre los requerimientos
de competir en un sist.ema internacional de transición, los de
negociación en esos frentes, los requerimientos de adaptarse en
medio de crisis de las deudas, de desarrollo a los cambios estructurales
que se están produciendo, con los requerimientos internos de crecimiento
dentro del marco de un sistema democrático.
Aquí se produce la conexión entre lo económico y
lo político cuando hay un período democrático. No
sólo es cuestión de entender lo que ha pasado sino también
de formular ideas que permitan que uno quede mejor parado cuando esta
transición termine.
Nos está faltando un modelo. Encontré dos paralelos que
son por un lado la experiencia de Italia, Francia y Alemania de posguerra.
¿Qué es lo que encontramos aquí? Que estos países
están iniciando un proceso mucho más complicado que el nuestro
sobre bases socioculturales y políticas más débiles
hacia la democracia.
Hoy encontramos que hay cuatro elementos que se suman para producir el
efecto positivo. Primero fue la reconversión industrial y económica
de las tres democracias. El segundo, la importancia que desde el punto
de vista político interno y externo tiene una idea fuerza como
es Europa. Tercero, la idea de que la democracia empieza a estar asociada
a la idea de Europa. Finalmente, el cuarto elemento, la creación
de un entorno económico favorable, como el plan Marshall que ha
impactado a todo el mundo por los recursos.
La segunda situación tiene que ver con Europa mediterránea.
Existen aquí los mismos componentes: modernización tecnológica,
valoración de la democracia, modernización económica
y la cooperación in ternacional.
En América Latina tenemos la aceptación de todo el mundo
que hay que transformar la economía. Este tema se presenta con
una fuerte carga ideológica haciendo que la pelea se centre en
torno a las ideas. En realidad la única manera de competir es a
través de la modernización,puesto que si no nos pisan.
Otro elemento positivo que existe en América Latina es la asociación
entre la idea de democracia con la idea de América Latina. Todo
el tema de la integración tiene más importancia porque ha
surgido una idea fuerza que hace que nadie le ponga un sello exógeno,
como por ejemplo, FMI, Banco Mundial, etcétera.
N adie viene a un país a traer sus capitales para resolver los
problemas cuando la gente de ese país tiene a su vez sus capitales
afuera. En esta etapa de transición negociada u~ componente fundamental
para continuar en ese camino, es la recanalización del superávit
financiero japonés.
Tengamos presente que en la transición negociada, los dos grandes
escollos que se siguen percibiendo aparte de los pro blemas internos de
las economías industrializadas, siguen siendo el Golfo Pérsico
y el comportamiento hepático de los deudores.
Las transformaciones siempre son dolorosas. Significan ajuste. Cuanto
más democrático es un sistema, urio llega a la conclusión
de que son necesarios por lo menos dos ingredientes: tiempo y una gran
eficacia en la tarea de movilización de voluntades. Aquí
entra el tema de cómo se venden las transformaciones económicas.
Tengamos mucho cuidado en no confundir análisis de realidad con
ideología que lleva al voluntarismo. La desideologización
del discurso permite ir más a fondo en el problema mismo e impide
que la puja por el poder se haga en términos de ideologías
que lleva a que nadie sepa qué es lo que se está discutiendo.
Si no es así la gente se va a resistir también a la transformación
económica.
El regionalismo no se puede pensar con criterios territoriales geopolíticos.
No se puede plantear con criterios teóricos de los años
'60 sino que hay que plantearlo en términos de entornas favorables.
Cada país de be crear la mayor cantidad posible de ellos y afiliarse
a la mayor cantidad de clubes posibles que puedan ser territoriales.
Yo estoy impresionado con la sensatez de nuestra opinión pública.
El hecho de que existan tantos indecisos electorales hasta el final, puede
ser un signo de madurez. El esfuerzo de modernización que tiene
que hacer el país es impresionante. El tema clave es cómo
explicar y motivar a la gente haciendo docencia cívica de donde
están los problemas.
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